Centro Café
Un local de especialidad, en una esquina muy cercana al World Trade Center, en donde es posible encontrar un refugio del tráfico y el ajetreo diario de Insurgentes Sur.
Pide: un café de especialidad firmado por alguno de los baristas, en el método de preparación recomendado. Te lo entregarán con un pedacito de amaranto con chocolate.
¿Puede el café contar con un autor propio? Es más, ¿podría tener diversos matices y estilos, con esas diferencias que separan a una novela negra de un texto de realismo mágico? En Centro Café opinan que sí, por supuesto que se puede.
Los baristas que idearon el concepto detrás de esta peculiar cafetería firman sus obras cafeteras como si de novelas se tratara: por ejemplo, Luis C. Fernández presenta un grano de Puebla, levemente amargo, caramelizado, con gusto a azúcar y especias, de cuerpo medio alto y tostado medio alto. Otra barista, Giannandrea Dubini, se decanta por un café diemme, más dulce que el anterior, de notas claras a chocolate y mantequilla. Por su parte, Avenamar Gutiérrez elige un café sureño mexicano, de cuerpo medio alto y tostado medio.
Café Toscano
Aunque si vas en fin de semana te vas a topar con un lugar atestado de corredores agotados, familias y perros, entre semana es un sitio ideal para ver el tiempo pasar cerca de la Plaza Río de Janeiro.
Para el desayuno su especialidad son los chilaquiles. Para la tarde, pregunta por el quiche del día o consulta su menú de comida corrida en cafetoscanoroma.com. Uno de nuestros solitarios favoritos que suele frecuentar este lugar es Michael Nyman.
Café del Árbol
Un sitio tranquilo que evoca una casa de árbol, ese lugar en el que los niños se esconden para leer sus libros de cuentos favoritos. Si lo que quieres es perderte un rato entre páginas, detrás de la barra hay una repisa con ejemplares que puedes tomar.
Un pequeño local sobre Las Águilas con marco de madera te hace pensar que estás por entrar a una casa del árbol. Esta sensación se completa gracias a la jacaranda que cubre la entrada de Café del Árbol, cuyas ramas se unen a las hojas que rodean un tragaluz en su interior.
Aunque este no es un café de especialidad, los baristas te guían amablemente para saber qué es lo que buscas y consentirte. El espumoso cappuccino, hecho con café orgánico de Oaxaca; el moka de chocolate oscuro, cuyos componentes se mezclan muy bien para lograr una bebida que equilibra el sabor del café con el del chocolate; o el chai, picante y dulce luego de una frondosa capa de espuma, de esas que hacen bigote.
Acompaña tus bebidas con bagels preparados al instante. El más popular que ofrecen es de jamón serrano, queso y arúgula: hace desear que la carta de platillos fuera más extensa.
Detrás de la barra hay repisas con libros acomodados de tal manera que podrían pasar como parte del mobiliario, pero en realidad están ahí para que puedas tomarlos y leer mientras disfrutas de tu café. El ambiente no podría ser más propicio. Realmente la calma del lugar es sorprendente, la música a un volumen bajo y hasta la señoras que echan el chal entre susurros.
Café Avellaneda
Inspirado en el personaje Laura Avellaneda del libro La tregua, de Mario Benedetti, este pequeño y recóndito lugar definitivamente es un must al visitar la zona. Podrás pedir café hecho a tu medida en un espacio cómodo y tranquilo.
¿Qué mejor símbolo para el Centro de Coyoacán que una ardilla? El Café Avellaneda se adueña de este icono y lo refleja en sus paredes azul turquesa, al estilo clásico antiguo de la región.
Inspirado en el personaje Laura Avellaneda del libro La tregua, de Mario Benedetti, este pequeño y escondido lugar, definitivamente es un must al visitar la zona. Cinco bancos junto a la barra, dos mesas dobles y una banca a la
entrada, ofrecen un espacio cómodo y tranquilo para tomar un café hecho a tu medida en compañía de los baristas y uno que otro cliente frecuente.
A diferencia de otros locales, el Café Avellaneda no ofrece un menú; sino una especie de ficha técnica donde podrás consultar la historia del local –directo desde la Feria de la Piñata en Acolman, Estado de México–, las propiedades de un producto de excelencia y los distintos métodos de extracción y producción del café que vas a consumir.
Elige, con ayuda del barista, entre el grano traído de Oaxaca, Chiapas o Veracruz y solicita en la “Barra de Métodos” que preparen tu café ya sea con el ripper, aeropress, la prensa francesa, un clásico expreso o la famosaiInfusión en frío, cuya preparación tarda al menos un día completo.
Pero eso no es todo, para tener el mejor café hay que tener a los mejores recolectores. El producto que puedes consumir en Café Avellaneda se obtiene por medio de proyectos de sustentabilidad y apoyo económico a los campesinos que lo cosechan.
Café Avellaneda es delicioso, responsable y a tu medida.
Passmar
Uno de los secretos mejor guardados de la ciudad, el Passmar es muy acogedor, y cuenta con recetas de la casa patentadas, así como tres premios nacionales de barista.
Aunque es de los mejores cafés de la ciudad, el Passmar permanece como un secreto dentro del pasillo cuatro del Mercado Lázaro Cárdenas, en la Del Valle. Tiene una estructura similar a la de un barco turco antiguo. Todo en el local es chiquito, por lo que es muy acogedor. Da una sensación de paz, como si estuvieras en una casa de muñecas en la que predomina el color menta.
Tienen varias recetas de la casa patentadas. El alelis berries coffee es una mezcla de frutos rojos con chocolate amargo y café; el sky blue lleva licor de curazao; la natilla espresso, como su nombre lo dice es una natilla de vainilla con un shot de café y el café mojito tiene menta y hierbabuena. El Passmar ha ganado tres premios nacionales de barista y el subcampeonato mundial de arte latte (los ositos, corazones u hojitas de árboles que se hacen con la espuma de la leche). Además, dan cursos de capacitación a quien distribuye o vende su café.
El probar el espresso y tomar el mejor macchiato de la vida. Una bebida corpórea, de temperatura perfecta. El grano proviene de Atoyac de Álvarez, en Guerrero, y tienen diferentes métodos de filtración sofisticados, por ejemplo, el chemex, dripper y sifón japonés.
Otra cosa que llama la atención fue su gran oferta gastronómica. Se puede comer desde una carne asada o enchiladas de mole hasta hot cakes o piezas de pan dulce. Todo tiene un precio accesible, así que el antojo de un cafecito en Passmar puede resolverse muy fácilmente. Quién sabe, chance y hasta sales con el mandado de la semana.
Café Río
Una cafetería chiquita, que suele pasar inadvertida para todo mundo, en la que reina el silencio y nadie te molestará si te ven llegar con un libro bajo el brazo y ganas de relajarte.
¿Por qué se ha puesto que el consumo promedio es de 100 pesos? Para que te animes a gastártelos en dos o tres tazas de café espresso, un pancito y una buena propina. Si te sobra, úsalo para el taxi de regreso. No dejes de tomarle una foto a la foto que hay en el espejo, en la cual aparecen dos clientes del Café Río: el ingeniero Slim y el expresidente español Felipe González. Se trata de una cafetería chiquita, que suele pasar inadvertida para todo el mundo, pero cuando uno entra, te transportas a otro tiempo, por más trillada que suene esta frase. El café es fuerte.
Las mesitas encantadoras y los parroquianos silenciosos (así que nada de citar aquí a tu ex o a tus papás).
Fuente: http://www.timeoutmexico.mx/
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