No, tú no fuiste la única persona que tuvo entre sus manos Historias del bosque de Tony Wolf cuando niño; de hecho muchas personas aseguran que no pueden imaginar su infancia sin la presencia de ese grueso libro adornado con bellas ilustraciones de puerco espines, ratitas costureras y gnomos realizando diferentes oficios dependiendo del cuento. Probablemente ese libro aún descanse en algún sitio de tu casa y cada que lo encuentras te sigues preguntando por qué es ─y seguirá siendo─ una de las lecturas más importantes de toda tu vida.
Probablemente suene exagerado, pero el mundo de fantasía creado por Wolf nos enseñó que los límites de la imaginación no existen y eso es hacer bastante, sobre todo cuando, conforme pasa el tiempo, nuestras mentes se vuelven más cuadradas. De ahí que este género no sólo siga existiendo sino que se ha adaptado a las exigencias de sus lectores que, a pesar de los años, se niegan a la posibilidad de ver morir sus sueños más pueriles.
El resultado de esa preservación de lo fantástico tiene como fruto la división del género en diferentes subgéneros, muchos de ellos han dado origen a grandes obras que hoy representan a comunidades enteras de fanáticos que, entre todas las producciones que aparecen anualmente, buscan la próxima joya que habitará en sus bibliotecas.
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Fantasía urbana
Vampiros viviendo como adolescentes normales en una ciudad cualquiera o monstruos viviendo en las alcantarillas. Las historias que pertenecen a esta rama del género fantástico tuvieron éxito a partir de 2010 con la aparición de sagas juveniles, gracias a la adaptación al cine de la serie de novelas de Rick Riordan, cuyo personaje principal es Perseus “Percy” Jackson, los autores y editoriales que apostaron por reproducir estas historias subió considerablemente.
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Alta fantasía
Replica la técnica de la épica medieval con la diferencia de que los héroes de estas historias no luchan contra adversarios humanos. En la alta fantasía es común encontrar fuerzas o personajes oscuros cuyos nombres son motivo de alarma o desolación. Además de eso y debido al número de lugares y personajes, algunos autores acompañan sus libros con mapas y árboles genealógicos para facilitar la lectura. Los casos más notables de esta literatura, al menos en nuestros días, están en sagas como El señor de los anillos y las Crónicas de Narnia.
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Baja fantasía
A diferencia de la alta fantasía, la baja es un poco menos compleja; si bien puede presentar un gran número de personajes, las historias sólo se enfocan en uno o dos de ellos, es por ello que son un poco más digeribles. En muchos casos los villanos, que en otro tipo de fantasía tienen un carácter complejo, presentan un temperamento simplemente contrario al de sus oponentes; es por ello que probablemente no tengan una motivación fija para cometer sus malicias. Los ejemplos más conocidos son Harry Potter y Canción de Hielo y Fuego con los White Walkers.
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Fantasía histórica
En realidad es un subgénero sencillo de entender; se trata de “completar” un hecho histórico con algunos elementos propios de la fantasía, podría ir desde una historia en la que Napoleón utiliza brujería para vencer a sus enemigos o la extraña manera de incorporar zombies a la trama de Orgullo y prejuicio de Jane Austen.
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Ciencia ficción fantástica
Porque asesinar a un dragón con una espada encantada nunca es suficiente, gracias a este género las espadas pueden ser remplazadas por sables láser y los dragones por seres que provienen de un planeta lejano y no de la mano de los dioses como una especie de castigo. Aunque la tecnología juega un papel importante en este subgénero, es posible que ésta se movida por magia o alguna fuerza oculta en el Universo. Este tipo de fantasía es más común en cómics como Saga de Brian K. Vaughan y Fiona Staples.
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Realismo mágico
Probablemente es el tipo de fantasía que define mejor al pueblo latinoamericano en general, gracias a novelas como Cien años de soledad o Como agua para chocolate éste subgénero se convirtió en un símbolo de nuestra literatura. Aquí la magia o los asuntos sobrenaturales son tan comunes que los personajes no los perciben como algo fuera de la rutina, aunque para el lector sea un asunto fantástico de pies a cabeza.
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Fantasía oscura
Dioses de otros tiempos, sacrificios humanos y cultos misteriosos son los elementos principales de este tipo de novelas que se caracterizan por hacer saber a sus lectores que el mundo puede ser un lugar realmente horrible. No hay autor más experimentado en esta variante fantástica que H.P. Lovecraft, cuyos dioses no son más que entidades pervertidas y violentas que ven en la destrucción la base de su divertimento.
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Fantasía heroica
Puede ser fácilmente confundida con la alta fantasía, sin embargo, en este caso los protagonistas presentan conductas no tan heroicas; muchos de ellos son más bien vagabundos que en ocasiones se meten en problemas para poder salvar a una comunidad que se encuentra en peligro de ser aniquilada o sometida al yugo de un malvado tirano. Un gran ejemplo son las aventuras de Xena, la princesa guerrera, una serie de televisión de 1995.
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Fantasía gótica
Los elementos principales en este tipo de literatura son monstruos o simplemente seres que irrumpen la tranquilidad de la oscuridad, su función principal es llevar a los lectores a un punto de incomodidad consigo mismos; probablemente el más conocido de los textos que pertenecen a esta vertiente es “El cuervo” de Edgar Allan Poe.
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Fantasía cómica
Los autores de este tipo de textos gustan de jugar con la mente de sus lectores metiéndolos en un vórtice de seriedad, cuando por fin lo logran, se apresuran a insertar una broma como una especie de recordatorio de que el receptor no está frente a otra cosa más que al absurdo imaginario de una persona que, al igual que él, busca alejarse de la realidad por unos momentos.
Probablemente en unos años la lista sea aun más grande, los avances del mundo así como sus problemas y aciertos siempre quedan retratados en la literatura de una manera casi inevitable. Mientras esos ocurre, sólo nos queda reflexionar y seguir creando mundos alternos para que éste sea sólo una de las muchas realidades a las que podemos escapar cuando otra de ellas se vuelva asfixiante.
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