Leer es el boleto de viaje más barato que te invita a un paseo exquisito de miles de millas sin llegar tan siquiera a moverte. Es jugar al papel de Dios omnipotente al saber lo que todos ignoran mientras discurren los hechos; aunque a veces puedes estar al margen, con ganas de devorar todas las páginas para comprender al fin qué pasa.
La lectura es un hábito que apasiona el alma de los aventureros, de los incomprendidos, de los científicos, de los curiosos, de los amantes, de los penosos de los soñadores, de los emigrantes y muchos otros.
Cada libro tiene su tiempo. Suelo pensar que llega a mis manos con una finalidad, que es el momento de saber eso que me quiere contar y cuando me dan ganas de volver a pasearme por esas líneas me deja una verdad diferente. Logro ver claramente los cambios, siguen siendo las mismas páginas pero algo dentro ha cambiado. Leer dos veces una historia no implica sentir lo mismo en ambas ocasiones, igual pasa en la vida.
Leer dos veces una historia no implica sentir lo mismo en ambas ocasiones, igual pasa en la vida
En circunstancias activamos nuestro piloto automático, puede ser en el día a día o en alguna situación puntual en la que nos negamos a seguir luchando por defender lo que pensamos o sentimos, porque simplemente estamos hartos de ser señalados. Nos volvemos esclavos de los hábitos socialmente aceptados y dejamos de escribir nuestra historia para que otro la escriba por nosotros, seguramente un analfabeta de la aventura, de la pasión de vivir, que quiere llevarte a lo mismo.
Tenemos que aprender a ser buenos escritores y lectores de nuestras historias, a aceptarnos y hacernos nuestros. Si vamos a releer párrafos pasados o tachados que sea porque así lo deseamos. Para toda mala historia siempre existirá un café y un punto y aparte, el permanecer en ella solo deja dolorosos puntos suspensivos, miles de interrogantes, cientos de excusas.
Si tienes un mal libro que solo dejó una tinta corrida, regálalo. Déjalo en la banca de un parque, escondido en los estantes de una tienda, pósalo en un lugar donde sepas que otro vendrá a encontrarse con él y quizá, entre tantas letras poco legibles, pueda encontrar la misma historia pero con otro sentido. Regálalo para que puedas regalarte a ti la oportunidad de que otro lector venga a tu encuentro; tal vez un escritor de manos suaves escriba en verso o en prosa un poema que embellezca tus páginas listas para ser compartidas.
Un buen escritor siempre hallará las palabras adecuadas, mientras que un buen lector hará suyas palabras de otros
Cuando decidimos volver a pasearnos por párrafos ya recorridos, debemos estar preparados. Para el que tiene mala memoria será una tarea fascinante; para el que goza de una buena, será todo un reto. En ambos casos es una experiencia que requiere entrega, como si fuese la primera vez, sino ¿qué sentido tiene?. Hay que estar preparados para encontrarnos con un par de buenas y malas frases olvidadas, quizá algunos significados antes no comprendidos y que ahora manejamos con regularidad.
Echar un vistazo a libros pasados no tiene que ser algo malo, lo malo es querer volver continuamente porque tenemos miedo de empezar otros. Negarse la oportunidad de encontrar nuevos autores o nuevos temas, tal vez de empezar a escribir, eso es lo que no debemos permitirnos.
Hay que tener cuidado cuando de leer y de escribir se trata, porque un buen escritor siempre hallará las palabras adecuadas, mientras que un buen lector hará suyas palabras de otros.
Que no sea una opción dejar que otro venga a imponernos nuestra bibliografía.
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