No era una gota común, aunque se parecía a las trescientas veintidós mil gotas que viajaban con ella en una nube gorda y esponjosa. Tenía la panza redonda, un rulo puntiagudo en la cabeza y un traje transparente, igual que las demás. Pero ella no bostezaba aburrida, como sus compañeras, ni dormía la siesta sobreLeer más