Si has estado en algún lugar en el que hay mal tiempo o si simplemente no te apetece salir de casa, los juegos literarios pueden ser una solución perfecta para pasar las horas y para entretenerse, con una cierta sensación de que no se está perdiendo el tiempo porque se está haciendo literatura. A los surrealistas les encantaban los juegos.
En Invitación al tiempo explosivo, el manual de juegos que Julián Lacalle y Julio Monteverde acaban de publicar los juegos de los surrealistas. Hemos seleccionado cuatro ejemplos para pasar una tarde de juegos literarios (y surrealistas) con los que te vas a entretener mucho.
Los dibujos comunicados
Son necesarios varios jugadores. Uno hace un dibujo sin que nadie lo vea. Luego lo muestra al jugador a su izquierda, que tendrá que reproducirlo tras verlo y sin compartirlo. Ese jugador también lo mostrará al de su izquierda y se repetirá el ciclo hasta que se llegue al del principio. Se comparan el del principio y el del final.
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El azar en campo abierto
(Puede durar más que la tarde…) Se escoge una localidad al azar en un mapa. Una vez allí, hay que deambular por ella y solo se pueden hacer paradas para dormir y comer (los surrealistas franceses descubrieron Blois así en 1924).
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Cadáver exquisito
Uno de los más célebres juegos de los surrealistas: cada jugador escribe una frase y el resultado de todas las frases que se van escribiendo de forma continuada es una historia. Los surrealistas ponían como norma que no se pudiese ver lo escrito anteriormente (ni siquiera la última frase, como se juega ahora en ocasiones).
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Escribe un poema dadaísta
Se necesita un periódico y unas tijeras. Se escoge un artículo del periódico, se recortan las palabras que lo forman, se mezclan (como si fueras a sacar el nombre de un ganador como una mano misteriosa) y luego se van sacando palabras. Las palabras se irán posicionando con el orden con el que salieron de la bolsa. El resultado será un poema dadaísta.
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