Hablar de mis lecturas, es comenzar la discusión. Pero debes tener cuidado, porque podría apasionarme un poquito más de lo debido y entonces sabrías quien soy en realidad, y sí, no cualquiera acepta ese hecho de buena gana.
Una persona apasionada es también una persona intensa, que defiende sus ideales y que los vive todos los días. Hace unos días escuché al activista y escritor James Baldwin decir que para las personas la realidad era tan abrumadora que preferíamos vivir en la fantasía, y de inmediato pensé en mis libros.
Reflexioné por unos minutos que se convirtieron en horas y entonces lo supe, mis lecturas me alejan por momentos de la realidad, es cierto, pero su función fundamental es abrir mi percepción, poner mis sentidos en alerta y darme armas para darle a la realidad –que por supuesto que puede llegar a ser abrumadora– ese toque de fotografía, de película, de color intenso.
Mis libros me enseñaron a observar, a ver a través de los ojos de los demás, a elegir a quien mostrarle mis secretos y a quien escuchar hasta que sus palabras se conviertan en parte de mi propia conciencia.
¿Alguna vez les ha pasado que llegan a un lugar que parece sacado de una las historias de sus libros y que comienzan a escribir una historia en su mente? Pues eso es también gracias a sus lecturas. Y resulta que también atraes a las personas que leerían esa historia sin pensarlo dos veces ¿o no?
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Además comienzas a creer en las señales que por alguna razón se cruzan en tu camino; como hace dos días, cuando mis ojos y mis oídos llegaron a la entrevista a un escritor de semblante amable y mente rápida que dijo “tienes que marcharte de tu casa para saber quién eres” y me lo tomé enserio, como si me hubiera mirado a los ojos y me lo hubiera pedido a mí.
Y es así como comienza la locura de los lectores, que ven flores en su cabeza –no me olvides específicamente– cuando la fealdad del mundo alcanza niveles que no quieren mirar, que ven colores neón chocando contra las pieles de colores oscuros y movimientos no tan delicados, que ven sonrisas en los rostros tímidos, que notan el enojo entre las cejas fruncidas y leen la pasión entre el cabello revuelto y la melancolía revuelta en una taza de café.
Porque leer es un acto de rebeldía contra la cotidianidad y la rutina, leer es estar fuera de cualquier convencionalismo porque es reinventarse todos los días, y no tener miedo de perderte para encontrarte.
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