¿Cuántas veces hemos escuchado que si aplicáramos lo que leemos seríamos mejores personas?
Constantemente nos bombardean con el cuento de que leer nos hará mejores, pero, si lo pensamos con detenimiento, las cosas se ven distintas…
Leer no nos hace mejores, pero sí mejora la capacidad de nuestra mente para expandirse, para viajar lejos hasta donde los astronautas no han llegado, para imaginar y para volver sin ningún rasguño (aparentemente).
Es decir, cada uno de nosotros elige sus lecturas y las disfruta a su gusto, porque esa es la finalidad ¿o, no? Si literalmente aplicáramos lo que leemos, este mundo sería de seres extraños y fuera de lógica, de vestimentas excéntricas y mucha, mucha poesía. ¿Se lo imaginan?
Por mi parte, todo el tiempo caminaría con una de esas hermosas no me olvides frente a mi cara, guardaría los gestos involuntarios de saludo para crear historias, Hogwarts ya estaría en mi currículo y mi ropa sería objeto de burlas.
Aplicar todas esas cosas que nos dejan los libros, debe ser, según mi entendimiento, comprender que cada cabeza es un mundo, y que antes de juzgar, es mejor comprender, saber que la verdad es abstracta y que, como nos han enseñado los libros, tal vez “la vida, sueño es” o que “estamos viviendo en el infierno de otro mundo”.
Los libros nos acompañan, nos demuestran que no guardan envidias ni recelos, que puedes incluso dejarlos de ver por un tiempo y después volver, reconciliarte y comenzar de nuevo, te dan una segunda oportunidad y claro, te dan la posibilidad de escapar cuando este mundo te abruma demasiado.
Por eso, esta es la lista de las mejores cosas que puedes hacer para aplicar las lecturas a la vida real:
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Vestirte gótico, estilo narraciones de Edgar Allan Poe, podrías adoptar un cuervo y nombrarlo Nunca Más (sobra decir que eso me mata de ternura).
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Declarar tus sentimientos a través de poesías estilo Pablo Neruda y después exiliarte y viajar para contar tus aventuras en el amor.
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Nombrar a tus hijos José Arcadio o Aureliano, así se confundirían mientras tú te diviertes.
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Encontrar aquello que ames y hacerlo hasta que te canses.
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Decidir viajar sin rumbo fijo e ir aprendiendo “En el camino”.
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Ir al inframundo para rescatar a tu ser amado y volver para contar tus aventuras.
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Seguir leyendo hasta que se pueda. Esa es la única opción, porque como dijo Charles Bukowski: “No hay otro camino. Y nunca lo hubo”.
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