El día que decidí que la pintura también se lee, fue gracias a un fortuito encuentro.
Era viernes, y las calles estaban repletas de transeúntes con un millón de historias. Como dicen las mamás: “cada cabeza es un mundo”. Coincidió que este día se celebraba uno más de la jornada de cierta edición de la Feria del Libro en la ciudad, y así, curioseando fue como me encontró, o lo encontré, o nos encontramos.
Era un libro enorme, con una ilustración mágica como portada: Cinco llaves al Mundo Secreto de Remedios Varo, un libro dedicado a su obra y a su vida. Me atrapó desde su portada y no lo he soltado desde entonces.
Aunque tal vez, la que me atrapó con sus palabras fue la vendedora de la editorial, quien me dijo que era el último que había, y que el tiraje era bastante reducido, además de que estaba rebajado al 50%. Mentira o no, fui la más feliz con mi enorme libro bajo el brazo y mi bolsillo vacío.
Y ese fue el comienzo de lo que lograría asombrarme hasta comprender que muchas de las cosas que nos rodean, provienen de la literatura.
Marcas de cafeterías internacionales, limpiadores domésticos, cigarros y hasta cámaras fotográficas, deben su nombre – y el grado de influencia de este en las personas– a libros célebres como El Conde de Montecristo y Moby Dick.
En este caso, Remedios no era escritora, pero sus pinturas llegaron a ser la imagen de una farmacéutica que hasta el día de hoy, es una de las más reconocidas en el mundo.
Quién hubiera imaginado que esas simples cajitas de cartón, comenzaron a ser comercializadas con imágenes pintadas por mi artista favorita, ¡un Remedios Varo original!
Este tipo de publicidad fue un gancho con magníficos resultados, pues los consumidores de medicamentos tenían acceso, además, a una artista llena de mundos y posibilidades. Curaban los dolores del cuerpo y alimentaban la curiosidad de conocer a la pintora.
Las casualidades existen si nosotros queremos, y podemos encontrar historias como ésta en cualquiera de los objetos que usamos en nuestro vivir cotidiano, sólo es necesario alimentar un poquito nuestra imaginación.
Cada marca, cada color y cada letra tienen una razón, y si esa razón es una historia, por supuesto que mi infinita curiosidad está dispuesta a pagar las ojeras que eso me ocasione.
Por Liz Mendoza
@tangerineliz
Deja un comentario