“El amor es el estado en el cual, la mayoría de las veces, el hombre ve las cosas como no son”.
-Nietzsche
El amor es la base de nuestra identidad intrapersonal. Lo que nosotros creemos ser, cambia radicalmente cuando ese bicho raro llamado amor nos afecta. La necesidad de depender emocionalmente de una persona no es de nuestro agrado, pero a veces es imposible no caer en las redes del amor. Quienes niegan y buscan decir no a tan profundo sentimiento, puede que hayan sido lastimados en el pasado, pero hay quienes no se detienen ante las negativas hasta que las cosas se han salido de control totalmente. Una de esas personas fue Friedrich Nietzsche.
Nietzsche conoció a Lou Andreas-Salomé cuando entraba en la cuarta década de su vida. Ella tenía sólo 20 años de edad y fue quien hizo que Nietzsche se enamorara perdidamente. El espíritu libre de Salomé cautivó no sólo a Nietzsche, hizo temblar a la comunidad intelectual de Europa en esa época. La musa, amante y mentora de Rainer María Rilke, fue psicoanalizada por Sigmund Freud de la siguiente manera:
“Quien se le acercaba, recibía la más intensa impresión de la autenticidad y armonía de su ser, y también podía comprobar, para su asombro, que todas las debilidades femeninas y quizá la mayoría de las debilidades humanas, le eran ajenas o las había vencido en el curso de su vida”.
Nietzsche llamó la atención de esta mujer de una manera peculiar. No sentía atracción hacia él debido a su belleza física ni intelectual. A pesar de ser uno de los más importantes pensadores de sus tiempos, la razón del interés de Lou Andreas-Salomé fue por su “afectado patetismo”, así lo explica Manuel Cruz en su libro Amo luego existo, “pero le atrae la magia de unos ojos que parecen albergar una secreta soledad, una abismal vida interior”. Según Cruz, Nietzsche, condenado desde el principio, dijo a esta mujer en su primer encuentro “¿Desde qué estrella hemos venido a encontrarnos aquí?”
Nietzsche conoció a esta mujer gracias a quien se convertiría en parte esencial del sufrimiento del filósofo alemán Paul Rée. Los que fueron amigos durante un tiempo, comenzaron a frecuentar más y más a Salomé, quien correspondía a Rée pero mantenía una amistad con Nietzsche, quien incluso llegó a pedirle matrimonio, a lo que ella se negó pero esperaba entablar una triada de producción y trabajo intelectual. Finalmente, Rée y Salomé dejaron atrás a Nietzsche después de una de las propuestas de matrimonio del escritor.
Por su parte, Salomé se convirtió en una escritora, filósofa y psicoanalista respetada. El ingenio intelectual de las personas con las que convivió sirvieron de mucho, pero fue su mentalidad la que generaba ideas tan radicales que hacían temblar los cimientos de la razón tanto como lo hizo Nietzsche. Por algo tantos artistas y pensadores se enamoraron de ella.
En la famosa foto en la que aparecen Salomé, Paul Rée y Nietzsche, ella está en una carreta sosteniendo un látigo. Se dice que de esta foto surgió la frase incluida en el libro Así habló Zaratustra: “¿Vas a ver mujeres? No olvides el látigo”.
Según el libro de Manuel Cruz, en el que habla de las diversas relaciones sentimentales de grandes pensadores entre los que se encuentra Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre o Hannah Arendt y Heidegger, los grandes intelectuales predicaban su pensamiento por medio de sus escritos, pero eso no significa que actuaran de esa forma. A pesar de haberse enamorado de la esposa de Richard Wagner, llamada Cosima, Nietzsche siempre recalcó que Lou Andreas-Salomé fue su amor verdadero. Incluso recordaba con nostalgia, como si de una relación pasional se hubiera tratado. El episodio de su vida llamado “La nostalgia de Orta”, sucedió en una colina cercana a este lugar, donde la pareja imposible compartió un único beso que se fundiría en el tiempo y el recuerdo del filósofo para siempre.
Nietzsche es uno de los pensadores más importantes de los tiempos modernos, y a pesar de haber sufrido tanto en su vida amorosa y personal, dejó un legado histórico que será recordado más allá del sufrimiento del hombre que dijo que lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal.
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