¿Te suenan estos versos?
Odio como me hablas
Y tu forma de conducir.
Odio tu corte de cabello
Y lo que llegué a sentir.
Odio tus espantosas botas
Y que me conozcas bien.
Te odio hasta vomitar
Qué bien va a rimar
Odio que sepas pensar
Y que me hagas reír.
Odio que me hagas sufrir
Y odio que me hagas llorar.
Odio tanto estar sola
Que no hayas llamado aun,
Pero más odio que no te pueda odiar
Aunque estés tan loco,
Ni siquiera un poco
Lo he de intentar.
Sí, yo también amaba 10 cosa que odio de ti. Es todo un clásico noventero, que, aunque no lo crean, me hizo llorar más de una vez, no sólo porque estaba cargado de todo el drama necesario para levantar a William Shakespeare de su tumba, sino porque forma parte de una película basada en una obra de este autor: La fierecilla domada.
Y cómo olvidar la primera vez que conocí la historia de Romeo y Julieta, tenía ocho años y una imaginación dada a las mil ensoñaciones. Me pareció una historia desesperante, no podía creer que se dieran tantos obstáculos entre dos personas para estar juntos. Mi profesor de primaria me la contaba con esa voz excepcional de cuenta cuentos, como de alma vieja en cuerpo joven, porque si nos ajustamos al clásico de Shakespeare, difícilmente hubiera podido comprender la mitad de las líneas que leyera.
Muchos años después me encontré con la adaptación moderna al cine de este clásico de clásicos, y me enamoré de la maestría con la que el director logra traspolar épocas enteras y hace convivir lenguas y tiempos antes en disputa, y por supuesto, me hace sacar las lágrimas, de esas que me dan un poco de vergüenza.
Ya un poco más grande y enamorada de las palabras, conocí El lado oscuro del corazón. Gracias a esta película reflexioné sobre de la relación enferma y eterna con la muerte, me dejé llevar por la búsqueda de la mujer que sabía volar, y por las palabras de Oliverio Girondo, de Juan Gelman y del señor Benedetti. Fui a la librería y conseguí un par de libros.
Porque, ¿quién dice que ver una película no despierta una enorme curiosidad de conocer un libro?
Alguno de estos clásicos adaptados a la pantalla grande, pueden ser la razón para amar a los libros que ya estábamos dejando en el olvido. Nuestros sentidos necesitan salir de la rutina, conocer lo maravilloso de cada sensación y estar abiertos a las posibilidades. Tal vez estas adaptaciones no son lo que esperábamos, pero lo que sí es seguro, es que son una ventana a la mente de otra persona que leyó la misma historia que tú, y sí, también la adoró.
Por Liz Mendoza
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