¿Quién dijo que la tecnología y los libros no pueden estar sobre la misma mesa?
Toda la vida se basa en cambios; repentinos, planeados, constantes. La vida es constante improvisación y los adelantos tecnológicos irrumpieron en ella para cambiarla por completo, para cambiarnos por completo. Nuestros hábitos mudaron y el alcance de nuestras opiniones, también.
Antes, compartir la emoción que nos provocaba un libro significaba enamorar a través de las palabras, hoy podemos enamorar a través de imágenes, y compartirlas con miles de personas en todo el mundo. Así es, estoy hablando de todos aquellos fans de Instagram que crearon su propio movimiento de amantes de los libros: el #Bookstagram.
Porque para amar un libro, además de leerlo y darle significado, es necesario usar todos los sentidos para conocerlo hasta el último extremo. Si quieres compartir tu devoción hacia cierto autor, ¡qué mejor que usar fotos!
Más de una vez, la foto de una frase ha mejorado mi día o ha logrado hacerme sentir identificada de acuerdo al humor que ese día me haya traído. He llorado con esas frases que me recuerdan que el camino es difícil, pero que no soy la única que atraviesa por dificultades, he reído al lado de los autores irreverentes y eternos como Roberto Bolaño, y me han acompañado en días de soledad las palabras de Gioconda Belli.
Así que tal vez esta tendencia sea una moda, pero buena o mala, me encantan las sorpresas que me permiten encontrar. Son recomendaciones sorpresa que descubres cuando estás pasando el tiempo, cuando logras encontrar aquello que no andabas buscando.
El #Bookstagram es abrirte a la posibilidad de encontrar nuevos retos literarios o compartir los tuyos, es un lugar que no existe pero que nos permite mirar más allá de la realidad.
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