Siglos antes de la creación del personaje del Joker en los cómics de DC, en la literatura y hasta en el cine mudo existió un personaje que reinó la descripción de un hombre con una sonrisa permanente que hacía las veces de bufón o entretenimiento para otros.
Mucho antes que Jerry Robinson y Bob Kane, dibujantes del cómic del Joker, se inspiraran en un actor para crear a este supervillano, Victor Hugo, el afamado escritor, principalmente reconocido por Los miserables —que a su vez ha sido adaptada al teatro y cine múltiples veces y en decenas de países—, creó a un personaje con una sonrisa perpetua que sufrió la marginalización y las burlas por ello: Gwynplaine.
Victor Hugo publicó en 1896 “El hombre que ríe”, una novela que pretendía ser su gran obra maestra y que hace referencia a todas sus novelas anteriores, no obstante, a pesar de su éxito en su tiempo, su popularidad ha palidecido con el paso del tiempo y no es tan recordada como sus otras obras.
Sin embargo, en los años recientes a su publicación, la obra gozó de gran éxito por lo que fue adaptada tanto al teatro como a dos películas: una francesa y otra alemana. La segunda adaptación, estrenada en 1928 creó un hito alrededor de la figura del hombre sonriente y del actor que lo interpretó, Conrad Veidt, quien también participaría en Casablanca.
Para dicha película el actor tuvo que recurrir al uso de ganchos y maquillaje para marcar aún más su sonrisa, pero… ¿de dónde se origina tal gesto?
El origen de la sonrisa de Gwynplaine y el Guasón
La novela de Victor Hugo gira en torno a Gwynplaine, un hombre que desde su infancia es víctima de los crímenes y culpas ajenas. Hacia el final de La doncella de hierro, otra novela del autor, el padre de Gwynplaine es capturada y por orden de Jacobo II de Inglaterra es condenado a la muerte, pero no sin antes que su hijo sea vendido a una banda de gitanos llamados los comprachicos. Allí, Gwynplaine es sometido a una suerte de operación, nombrada Bucca Fissa, misma que lo obligará a sonreír perpetuamente, en lo que supone representar una burla a la estupidez de su propio padre.
De deformidades y bondades
Este acto deja a Gwynplaine desfigurado y en calidad de monstruo, sin embargo, a diferencia del personaje que eventualmente inspiró, Gwynplaine es un hombre bondadoso. Éste es un tópico común en la narrativa de Víctor Hugo, quien suele asociar el grado de deformidad física con la bondad humana.
La sonrisa como origen de la desdicha y la marginación
En ambos casos, la sonrisa permanente se convierte en un impedimento para mostrar sus sentimientos reales. Gwynplaine es capaz de mostrar un semblante serio, pero implica un gran esfuerzo o dolor, lo cual lo vuelve en un ser al que le temen. En ese sentido, la sonrisa también se convierte en un motivo para que se convierta en un marginado, similar a lo que le ocurre al Joker; por otro lado, la sonrisa perpetua también lo conduce a laborar como una atracción de circo y ser sujeto tanto del asombro y las burlas del público.
Sus condiciones los alejan de la calidez humana y los arroja hacia la desdicha, mismas que en ambos personajes tienen una consecuencia distinta que depende de los grados de locura y maldad que cada autor les otorgó.
De tal forma, tanto la novela de Victor Hugo como la construcción del personaje del Joker, se vuelven un retrato de las condiciones sociales de sus contextos históricos, ya sea a través de la denuncia de bandas como los robachicos que compraban y vendían niños o, en la adaptación del Guasón más reciente (2019) del desamparo de las personas que requieren de tratamientos médicos, por mencionar tan sólo dos ejemplos.
¿Conoces otro dato curioso sobre el Joker?
Por: Beatriz Esquivel | Vía: culturacolectiva.com
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